Ocho ayes contra los escribas y fariseos, Mt 23:13-36
Mateo 23:29-36  “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos, y decís: Si hubiésemos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas. Así que dais testimonio contra vosotros mismos, de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas. ¡Vosotros también llenad la medida de vuestros padres! ¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno? Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad; para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar. De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación.”

Jesús les reprochó la forma como actuaban contra todos aquellos que Dios les enviaba para denunciar su pecado y enderezar sus caminos. La palabra que se traduce como “monumentos” se refiere a memoriales, a cualquier cosa que se levantaba para preservar el recuerdo de una persona, también era una cueva con puerta decorada usada como sepulcro. Aquí, Jesús se refiere a la costumbre de los fariseos de honrar la memoria de aquellos a quienes sus antepasados habían matado. Sin embargo, su reproche no fue por eso, la Escritura dice “La memoria del justo será bendita” (Pr. 10:7) Los fariseos no tenían ningún problema en recordar y venerar públicamente a los profetas muertos, sin embargo, a la vez que honraban esos huesos secos, planeaban matar al más grande de los profetas enviado por Dios.

Con esta acción ellos colmaron la medida de sus padres, pues no pensaban matar a un profeta más, sino al autor de la vida, al Hijo de Dios (1 Ts. 2:15-16), estaban actuando igual o peor que aquellos que condenaban. Así como el Bautista les llama “raza de víboras”, al referirse a los hipócritas, Jesús les dice lo mismo porque se lamentan de las malas acciones de sus antepasados, pero que se están preparando para la peor de todas.

Jesús continuará enviando a sus mensajeros a sabiendas de que serán no solo tratados mal, sino asesinados hasta que Él vuelva otra vez.