Los que lloran. ¿Quiénes son los que lloran? Los que sufren calamidades, los que tienen pérdidas, los que padecen enfermedad, los que son rechazados y también los enlutados. Las lágrimas son una señal de tristeza, y aunque a veces se llora de alegría, el Señor conoce las penas y no es indiferente al dolor. Él prometió consuelo a las almas angustiadas.
Para Meditar: El sufrimiento es parte de la vida y nadie está exento de las calamidades. Hay momentos más difíciles que otros y en algunas ocasiones son inesperados. El cuerpo se enferma, el cónyuge se va de la casa, la muerte de un hijo, la pérdida de un empleo, la traición de un amigo y los desastres naturales que se llevan nuestro patrimonio, son algunos pocos ejemplos de aquellas experiencias angustiantes. Como resultado, a veces culpamos a otros, a la vida, y también a Dios. La fe mengua, el hombre duda y también llora ante la impotencia frente a sus problemas y ante la falta de respuestas. No obstante Jesús promete descanso (Mt 11:28). Porque la vida no consiste en la ausencia de problemas, sino en la perseverancia ante la adversidad. Y aunque a veces el dolor nos quebranta, Jesucristo es quien nos sana (Sal 103:3). Maravillosa promesa del Señor, que nos provee de alivio al final de la tormenta y remite todo nuestro dolor para cambiarlo por risas y alegría (Sal 126:5,6).