La mies es mucha Mt 9:35-38
Mateo 9:35-38 - "Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. 36 Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. 37 Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. 38 Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies."



Nota Historica: Hoy día, una ciudad se define casi exclusivamente por el número de sus habitantes. Los centros urbanos con mucha población se llaman “ciudades”, los que tienen menos se llaman “pueblos” y los más pequeños son “aldeas”. Sin embargo, no se debe imponer el uso actual al término bíblico. La principal palabra hebrea para “ciudad”, ayár, significa cualquier poblado humano rodeado por alguna fortificación o muro. La mayoría de las ciudades antiguas tenían una población de apenas mil a tres mil personas. En la Biblia, “ciudad” no significaba tanto tamaño de población sino densidad. El Salmo 122:3 se refiere a esta densidad: “Jerusalén, que está edificada como ciudad compacta, bien unida” (La Biblia de las Américas). La palabra que se traduce como “compacta” significaba “estrechamente entrelazada y unida”. En una ciudad fortificada, las personas vivían cerca unas de otras, en casas y calles sumamente comprimidas. De hecho, se estima que la mayoría de las ciudades antiguas tenían entre dos y cuatro hectáreas, con 600 habitantes por hectárea. En comparación, el distrito de Manhattan en la ciudad de Nueva York tiene hoy sólo 260 habitantes por hectárea. 1

Para Meditar: El ministerio de Jesús pudiera parecer hiperactivo, ¿Cómo podía llevar una agenda de forma tan acelerada y tan efectiva a la vez? El texto dice que, Cristo recorría todas las ciudades y aldeas, no eran visitas de paso, porque se detenía en cada una de ellas para “enseñar en las sinagogas de ellos, predicar el evangelio del reino, y sanar toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo”. Un ejemplo a seguir sin duda, en medio de esa tarea incesante, se dio tiempo para reflexionar sobre la necesidad y alcance de su ministerio. Reconoció que él solo jamás podría hacer la obra total de evangelizar, se necesita la compasión y la intercesión para que Dios levante obreros fieles que realizarán la Gran Comisión.

1 Keller, Tim. (2010)http://conversation.lausanne.org/es/resources/detail/10282#.VwP_BqR97IU. Nueva York. p.1