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Resurrección de Lázaro, Jn 11:38-44  

Jn 11:41-44 "Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado. Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.”

Por todo lo que ha sucedido hasta este momento, el escenario para el milagro estaba listo, los judíos estaban presentes y estarían en posibilidad de validar lo que estaba a punto de suceder, las hermanas de Lázaro ya expectantes para ver la gloria de Dios, los discípulos a punto de dar un paso mas de fe y la tumba abierta, solo falta la intervención sobrenatural de Dios.

Nuevamente el Señor Jesús deja claro en su ministerio lo importante que es estar en comunión con el Padre, el Hijo reconoce que el que todo lo puede, el que todo lo sabe es su Padre ( Jn 12;27, 17:1), El tenía sus tiempos de oración e incluso había expresado algunos lineamientos para la misma como hacerlo en secreto (Mt 6:6), sin embargo, en esta ocasión vemos a Jesús orando en voz alta, esto tenía el firme propósito de que los asistentes pudieran escuchar y se dieran cuenta de la relación estrecha que tenía con el Padre y en su oración solo da gracias por lo que aun no sucedía.

Nota histórica: Jesús ordenó a los acompañantes de las hermanas de Lázaro que quiten la piedra, este era un trabajo duro, en primer lugar la piedra era bastante pesada y en segundo lugar, según el talmud, estaba prohibido destapar un sepulcro una vez que se había tapado, además de la impureza que esto les podía causar por lo cual les estaba prohibido acercarse más de cuatro codos, el codo en el NT se refiere a una medida aproximada de 44,46 cm, si redondeamos la cantidad estaríamos hablando de casi dos metros (6 pies) de distancia de un sepulcro, sin embargo Jesús les está ordenando que quitaran la piedra.

Hay cosas que el Señor Jesús pide que las personas hagan para que vean que aun sin poner sus manos, el milagro sucede por el poder de la palabra que sale de su boca, “Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!” El Señor levanta la voz tal vez por la emoción que invadía el momento o para que la multitud escuchara. San Agustín al hacer referencia a esto dice que si Jesús no hubiera mencionado el nombre de Lázaro las tumbas se hubieran vaciado por el poder de su palabra.

La misma voz de autoridad que calmó el mar (Mt 8:23-27) es la que hace que Lázaro desde la tumba responda a su llamado, y camine hacia afuera. Aun los muertos oyen y obedecen a la voz del Todopoderoso, fue una muestra de lo que sucederá cuando Cristo vuelva (Jn 5: 25). Nuevamente el Señor involucra a los asistentes dándoles la orden de desatar al que había estado muerto, esto es interesante ya que Lázaro solo no podía liberarse de las vendas, volvía con las limitaciones propias de su humanidad, no con un cuerpo incorruptible y eterno. El Maestro cuando resucita se libera él mismo del sudario demostrando su poder sobre el enemigo y la muerte.

Para meditar: Qué gran esperanza tienen los creyentes en Jesús que la muerte física ( cuando el alma y el cuerpo abandonan el cuerpo) es tan solo un paso a la eternidad, que la muerte es absorbida por la vida eterna en Él, y que algún día resucitaran en un cuerpo transformado (1Co 15:51; Fil 3:21).( la Palabra en ningún momento apoya la doctrina de la reencarnación, este es uno de los mitos mas difundidos en la humanidad como respuesta al profundo deseo del ser humano de no extinguirse para siempre, pero los hijos de Dios conocen su Palabra que les alienta diciendo que la muerte no es una enemiga sino una aliada para encontrarnos con Él.