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Incredulidad de los judíos, 12:37-43  

Jn 12:44-50 "Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió;  y el que me ve, ve al que me envió.  Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero. Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho.”

Estos últimos versículos de este capítulo (44-50), son un paralelo hermosísimo de otro pasaje del evangelio de Juan, (5:37-47). Jesús vino en nombre del Padre que le envió (5:43). Jesús el Hijo de Dios habló lo que el Padre le dijo y como el Padre le dijo que hablara. Entonces las Palabras de Jesús estaban en concordancia con las palabras que su Padre, Dios, había hablado por medio de Moisés (5:37-38). Así como Las Escrituras, los escritos de Moisés, daban testimonio de Jesús. Al no creer en Jesús los oyentes del mensaje, esos Escritos de Moisés iban a acusarlos delante del Padre (5:45-47).

Juicio. Jesús no vino para juzgar ni condenar, (Jn 3:17; 12:47), pero si vino para juicio, (Jn 5:22, 27). Esto no es lo mismo. Jesús vino para buscar y salvar lo que se había perdido, (Lc 19:10), y lo demostró en el caso de la mujer adúltera, y los leprosos, en la casa de Zaqueo, etc. Esto es así porque el vino para inaugurar el año de la buena voluntad de Jehová (Lc 4:19). Jesús vino a salvar, no a condenar. Pero el hecho que no castigue al pecador ahora, no significa que pase por alto el pecado, él lo dijo así. “Yo para juicio he venido a este mundo” (Jn 9:39).

Jesús aunque no vino a “juzgar”, si vino a establecer la base del juicio. Él mismo estableció la base del juicio, y esta base son “sus palabras”. Como la plomada de Amos (Am 7:7, 8), así las palabras de Jesús serán la base del juicio en el día postrero. Como la fe de Noé condenó a los hombres de su generación (Hb 11:7; 1 P 3:7; 2 P 2:5), así el juicio de los hombres incrédulos será en base a las palabras de Jesús.