Parece que Jesús se está despidiendo y empieza a concluir el discurso de este capítulo. El que ama, guarda las palabras de Jesús; aquellas palabras que recibieron directamente de él. Pero la noticia es que ya no estará con ellos; por lo tanto, ya no recibirán ese mensaje y hay la posibilidad de que se olviden de sus palabras. Aquí es donde entra en función el Espíritu Santo que se manifiesta directamente en el corazón y mente del creyente, enseñando todos los asuntos divinos y recordando las palabras de Jesús. Siempre es importante recordar que esta es una de las obras del Consolador a favor del creyente, pues para tal obra fue enviado por el Padre.
Para Meditar: Dejar que el Espíritu Santo se manifieste en el corazón del seguidor de Jesús para que realice su obra personal y se logre el crecimiento y madurez espiritual que el Padre desea. Sin el Espíritu será difícil avanzar en la vida cristiana.
Nota doctrinal: Jesús ha dejado clara la diferencia entre el Padre y el Hijo, al mismo tiempo que su unidad indivisible. En el proceso de su discurso incluye la presencia y obra del Espíritu Santo. Es interesante notar la forma que cada miembro de la trinidad es presentado junto con la actividad que desarrollan y la unidad que les caracteriza. Las palabras son del Padre, pero el Hijo es el que las declara; y ahora el Espíritu Santo es el que las recuerda en el corazón de sus discípulos. Puede verse con firmeza escritural la doctrina de un Dios en tres personas.