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Jesús, la vid verdadera, Jn 15:1-17 

Jn 15:11 "Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido"

Todo lo dicho sobre la comunión íntima que Jesús invita a sus discípulos a experimentar, tiene el propósito de hacerlos compartir “su gozo”. El amor de Cristo fue de absoluta entrega y sacrificio, y en ese sacrificio hubo plenitud de gozo. Hebreos 12:2 dice: “puestos los ojos en Jesús, …, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz…”. Este gozo es el gozo intrínseco e insondable que él mismo experimentaba en el amor de su Padre y que la cercanía de los sufrimientos y la muerte no pudieron quitarle, pues sabía que su sacrificio traería redención al mundo. El Señor menciona primero su gozo en sus discípulos, que entonces se transformará en el de ellos. Este gozo depende del gozo del Hijo, que a su vez es producto de hacer la voluntad del Padre. Cuando el cristiano hace la voluntad de su Señor experimentará el gozo pleno, aún a pesar de angustias, problemas, crisis o enfermedades.