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La obra del Espíritu Santo, Jn 16:4b-15.

Jn 16:13-15 “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber".

En 16:7 Jesús les dice a sus discípulos que hay ventajas en el hecho de que él regrese al Padre y el Consolador sea enviado. La primera ventaja, tiene que ver con el mundo, pues le “convencerá de pecado, justicia y juicio”.

Aquí encontramos la segunda ventaja: “él os guiará a toda verdad”. Como se observa, el ministerio del Consolador se sitúa en dos ámbitos: el mundo (16:7) y los discípulos (16:13). El Señor llama al Espíritu Santo: “Espíritu de verdad” (Jn 14:16,17).

¿Qué obra hará el Espíritu Santo entre los discípulos? Los guiará. Por decirlo así, este es su ministerio catedrático para los creyentes (Jn 14:26). La enseñanza y aprendizaje son procesos graduales. Existen cosas que no se pueden aprender en un momento, pues no se tiene la capacidad intelectual. Cuando se estudia la Escritura, se requiere de un arduo trabajo y mucha dedicación. Con el Espíritu Santo como maestro siempre habrá temas que aprender, investigar y profundizar. Jesús es el Camino por el cual el Consolador “guiará” a los discípulos (Num 24: 8; Dt 1:33; Sal 25:5, 9; 143:10).

La frase “a toda verdad” no implica nuevas verdades posteriores, sino al total de la verdad que fue compendiada y precisamente revelada por el Hijo de Dios. Ya no hay, en la economía presente, otras revelaciones de la verdad.

Nota Doctrinal: La palabra de 16:12 y 13 “tengo muchas cosas que deciros, … los guiará a toda verdad” no puede servir de fundamento para aquellos que dicen que hay revelaciones del Espíritu fuera del fundamento apostólico. Los místicos creen en una revelación nueva y fresca de la voluntad de Dios para el hombre. No existe tal cosa. Todo lo que Dios deseaba que el hombre conociera de él, lo hizo manifiesto en la persona de Jesucristo (Jn 14:9) y el Espíritu Santo inspiró a hombres para que escribieran su voluntad (2 P 1:21).

El Espíritu Santo “no hablará por su propia cuenta” ni por su iniciativa obteniendo sus conocimientos de sí mismo, sino en perfecta armonía con el Padre y con el Hijo (16:14,15). Las tres personas de la Trinidad siempre están en armonía. Pablo explica en 1 Corintios 2:10 y 11: 10: “Dios nos dio a conocer todo esto por medio de su Espíritu, porque el Espíritu de Dios lo examina todo, hasta los secretos más profundos de Dios. Nadie puede saber lo que piensa otra persona. Sólo el espíritu de esa persona sabe lo que ella está pensando. De la misma manera, sólo el Espíritu de Dios sabe lo que piensa Dios” (TLA).

Las cosas que habrán de venir” se refiere a hechos proféticos. Estos hechos pertenecen a “toda la verdad” que el Espíritu debía enseñar. Las profecías de Jesús acerca del porvenir de su reino, su retorno y el fin de los siglos, el Consolador las hará claras. El Espíritu guió a Juan para enseñarle estos acontecimientos finales (Ap 4:1).

La misión del Espíritu Santo no es dar testimonio de sí mismo sino de Cristo: “él me glorificará”. En una actitud ejemplar y singular, el Espíritu Santo, quien es digno por ser Dios mismo, no intenta oscurecer o nublar a Cristo. Es totalmente cristocéntrico.

Las capacidades de la sabiduría del Padre y de su poder han sido compartidos con el Hijo (Mt 11:27). Ahora todo esto está a disposición del Consolador, para que sea entregado a los creyentes.