Cristo fue cortés con el sumo sacerdote y con el alguacil que le golpeó y a la vez firme como fiel testigo (Ap 1:5). Él está pidiendo le digan en qué radica su maldad. Todo lo que ellos han hecho es incorrecto. En cambio, lo que Jesús ha dicho es verdad. La verdad ofende aun a los de alta posición.
La mentira es uno de los recursos que muchos ocupan cuando se hallan bajo presión. Es más fácil mentir que decir la verdad. Jesús sabía que la verdad que predicaba y personificaba era la verdad absoluta, la verdad de las verdades. Esa era la razón por la cual no podía dejarse intimidar por el sumo sacerdote ni por nadie. Pablo dijo: “No me da vergüenza anunciar esta buena noticia. Gracias al poder de Dios, todos los que la escuchan y creen en Jesús son salvados; no importa si son judíos o no lo son” (Ro 1:16 TLA).
Para Meditar: Los cristianos sabemos que el evangelio de Jesucristo es la verdad y no tenemos por qué avergonzarnos de la sana doctrina que creemos y predicamos. Tomemos el ejemplo de nuestro Señor Jesús, ser testigos fieles, al confesar nuestra fe en Jesús.