Capítulos: Selecciona otro comentario:

   

La preexistencia de Cristo, Juan 8:48-59  

Jn 8:48-50 “Respondieron entonces los judíos, y le dijeron: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres samaritano, y que tienes demonio? Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; y vosotros me deshonráis. Pero yo no busco mi gloria; hay quien la busca, y juzga”

El llamarle “samaritano” a un judío, era una de las ofensas más despectivas, ya que entre estos dos pueblos el odio alcanzaba proporciones violentas. A ello le añaden la pretensión de asegurar que Jesús estaba poseído por un demonio; ya que, su pregunta más bien parece afirmación. Jesús hace caso omiso a la acusación de ser samaritano, pero responde a la de estar poseído por demonio. No había problema con lo de la designación racial, pues Jesús mismo había aludido a ellos como ejemplos de fe, gratitud y amor al prójimo; sin embargo, tajantemente responde a la otra acusación: “Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; y vosotros me deshonráis”. Un demonio no busca honra para Dios, sino para sí mismo; no así Jesús, que, en toda su vida y ministerio, siempre le dio la gloria a Dios Padre. En él nunca hubo la más mínima intención de glorificarse a sí mismo, solo a Dios, así honraba a su Padre. Pero los judíos, que tanto alegaban y defendían ser hijos de Abraham y por ende de Dios, deshonraban a Dios mismo al ofender a su Hijo Jesucristo llamándole endemoniado.