El buen samaritano, 10:25-37  

Lc 10:33-34 “Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él”

Las parábolas siempre tienen un “giro”. El cambio sorprendente se infiltra en el corazón y en la mente. Justo cuando el abogado pensaba que el Señor mencionaría a alguien digno, quizá a un “abogado de la Ley” menciona al sujeto más inesperado en una enseñanza positiva: un samaritano.

¿Un samaritano? ¿No pudo aludir el Señor a alguien más bajo? No estamos contextualizados con el menosprecio que sentían los judíos hacia los samaritanos, pero era odio étnico, menosprecio recalcitrante. Para el israelita ortodoxo no había lugar para el samaritano en los cielos, pues eran el vivo ejemplo del fracaso, de la bajeza, de la mezcolanza.

Para meditar: a veces Dios nos da una bofetada con guante blanco, firme, eso sí. Nos podríamos sentir satisfechos con nuestra fe, tendremos la admiración de muchos, pero si no hay misericordia práctica, si no hay amor al semejante, entonces es que no creo en tener prójimos, el “yo” está entronizado en el corazón. La cura contra el egoísmo es amar al prójimo como a nosotros mismos.

Los verbos son preciosos y positivos cuando se refieren al misericordioso samaritano: 1) “iba en el camino” que se debe traducir “que viajaba”; 2) “vino cerca de él”, es decir, se acercó al herido, no rehuyó a la necesidad del hombre; 3) “viéndole”: miró fijamente, experimentó lo que vio, se enteró. El hombre se acercó lo suficiente para examinar al herido; 4) “fue movido a misericordia”: una palabra en griego que se puede traducir como “tuvo compasión”, “sentir profunda empatía”. Fue lo que sintió Jesús con la gente (Mt. 15:32); 5) “acercándose”: aproximarse, adherirse. Desde un púlpito o una cátedra no siempre se sabe cómo está el pueblo; 6) “Vendó sus heridas”, el samaritano envolvió en telas las graves lesiones del pobre hombre, esto lleva tiempo y paciencia; 7) “Echándoles aceite y vino”: ambos elementos se usaban como astringentes y medicinas curativas (Is. 1:6), cada herida fue curada; 8) “poniéndole en su cabalgadura”: “sobre su propia bestia”, quizá un asno; 9) “lo llevó al mesón”: sacrificando aún más, caminó él para darle la comodidad al hombre y lo llevó a un clásico mesón, un lugar limpio con cama.

Para meditar: ver a un judío herido junto a un samaritano caminando, más de uno habrá pensado mal. A veces pasa que un verdadero acto de bondad pudiera ser mal interpretado; y 10) “cuidó de él”: aun llevándolo a un lugar seguro siguió apoyándolo. Todos los verbos son positivos, el hombre dedicó tiempo, seguridad y recursos en un desconocido, prácticamente su enemigo. Ser así de bondadosos muestra cuán firmemente estamos sujetos a Dios.