Jesús visita a Marta y a María, 10:38-42  

Lc 10:38-39 “Aconteció que, yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra”

Ahora parece que el Señor se toma un descanso y visita a sus amigos en “una aldea”, con toda seguridad era Betania, hogar de María, Marta y Lázaro (Jn. 11:1; 12:1-3). La casa con toda claridad era de Marta, pues se dice que es “su casa”, quizá Marta era la mayor de los tres pues siempre se le menciona primero (Jn. 11:19, 20; 12:2, 3), quizá era viuda o habría recibido la casa como herencia, pero se menciona como la propietaria. La aldea está a unos tres kilómetros de Jerusalén (Jn. 11:18).

Marta tenía una hermana menor que ella: María. Se nota que era la pequeña de la casa pues tiene acciones de una niña consentida, deja a su hermana en los quehaceres y toma la gran oportunidad de oír las palabras de Jesús. Los primogénitos usualmente son los que se preocupan más que los menores. La despreocupada María, al igual que una discípula, se sienta a los pies de Jesús a oír su palabra. ¿Con quién hablaba Jesús en esos momentos? No se supone que fuera con la muchacha, más parece que era o con Lázaro, o con algunos invitados, pues los discípulos no parece que estuvieran presentes pues al principio de la narración no se usa el plural sino el singular: “entró”, “le recibió”. La plática fue aprovechada por la chica quien no perdió detalle de las palabras que salían de los labios del Señor. Se puede notar que María era audaz pues prefiere “pedir perdón que pedir permiso”, si se metía a la cocina otra vez ya no saldría de allí, así que, en un descuido de Marta, María se instaló rápidamente como estudiante del Señor.