Aun hoy existen países donde es un delito ser creyente en Jesús, que se castiga con la pena capital. Un Hijo de Dios tarde o temprano tendrá que dar testimonio de su fe. Los mártires de la fe se han contado por miles y no cesarán hasta el día en que llegue el juicio final. Si algo distingue a los verdaderos cristianos es que no retroceden a la hora de la prueba. En la Biblia encontramos al Todopoderoso dando testimonio de un hombre, llamado Job, a quien catalogó como digno de mencionarlo como un verdadero creyente (Job. 1:8). Es un gran honor y privilegio, que el Señor mismo testifique de nosotros.
La palabra “negar” también se puede traducir “rechazar”, es decir, lo que Pedro hacía (Mt. 26:70), el apóstol rechazaba ser seguidor de su Señor. Menos mal que le quedó tiempo para arrepentirse. La confesión o negación de nuestra fe, es delante de los hombres, y la confesión o negación de Cristo es delante de los ángeles de Dios.