Esta es una comparación de la fe con un grano de mostaza. No necesita ser muy grande la fe, solo creer que las cosas van a suceder para quitar todo problema que esté dañando la vida del discípulo. El árbol sicómoro llega a medir de 7 a 15 metros, frondoso y con una raíz igualmente profunda. Aunque el problema sea muy grande, que mucha gente lo vea; o muy profundo en lo interior que no sea fácil de extraer, con determinación y una oración libre de pecado, sucederá lo impensable.
“Decir”, es un verbo cuya traducción no tiene ningún problema: decir, hablar, asegurar, sostener, declarar, sostener. Pero antes de la palabra decir, hay una partícula condicional que no es fácil traducir al español, porque no hay una palabra que la defina. Una traducción sería: “aquél que quiera decir”. Por lo que es importante recalcar que no sucede solo con pensarlo sino que hay que accionar la fe, expresarlo desde lo profundo del corazón confiando que Dios va a hacer el milagro (Heb 12:2) Con esa fe nada es imposible para Dios (Mt 17:20; Mr 9:23). No hay que dudar, sino creer que va a suceder, sin guardar nada dañino en lo profundo del corazón (Mr 11:22-26).
Otra imagen que utiliza Jesús, es el mar. Este es inmenso y lo que es puesto en él no se puede ver, es quitado completamente; aun los árboles más grandes y frondosos cuando llega la inundación se los lleva al mar y nunca más se les vuelve a ver. Esto es lo que quiso decir Jesús, no se necesita mucha fe para que el gran problema desaparezca.