Parábola del fariseo y el publicano, Lc. 18:9-14

Lc 18:13“Mas el publicano, estando lejos, no quería alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador”

Este hombre desde que llegó a orar no se acercó, reconociendo su condición (Lc 5:8; 7:6) lejos de los que se consideraban santos, pero cerca del que perdona todas las iniquidades. Era tal su arrepentimiento que no quería alzar los ojos pues no se sentía digno de levantar su vista al cielo.

El publicano reconocía sus pecados, quizá por cobrar de más y ser un hombre de pocos valores morales, su oración fue: se propicio; que quiere decir “ten piedad”. Buscaba la misericordia de Dios para perdonar los pecados (Sal 25:7,11; 44:4; 51:1-3; 130:3; Dn 9:11).

Nota doctrinal: Toda persona puede acercarse confiada al trono de la gracia, Jesucristo ya pagó el precio del pecado (Heb 4:16; 8:12). Cuando el hombre hace una oración sencilla y sincera pidiendo el perdón de sus pecados, la sangre de Jesucristo viene y hace la obra redentora. (Ro 5:8,21; 1 Ti 1:15)