Los discípulos se asombraron más, diciendo entre sí ¿quién puede ser salvo? (Mr 10:26) literalmente, ¡es imposible entonces! Pero inmediatamente Jesús sale en defensa de la verdad más poderosa. Es imposible alcanzar la salvación por nuestras obras o religiosidad y más con el dinero como dios del corazón. El verdadero Dios puede vencer a esta pseudo divinidad insignificante y transformar los corazones no importando la prosperidad en que se encuentren o sumergidos en los más bajos estratos de la vida.