Parábola de las diez minas, 19:11-27

Lc 19:22-27“Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo era un hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré; ¿Por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco, para que al volver yo lo hubiera recibido con los intereses? Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas. Ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas. Pues yo os digo que a todo el que tiene se le dará; más al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y también a aquellos mis enemigos que no reinase sobre ellos, traedlos acá, y decapitadlos delante de mí".

Existe mucha semejanza en la manera en que el amo responde a este siervo malo de esta parábola; y al siervo negligente de la parábola de los talentos (Mt 25:14-30). En ambos casos, se les reprocha su temor y la falta de interés por invertir y hacer producir el dinero recibido de parte del amo.

La acción del noble al ordenar que se le quitara la mina al que había recibido una para dársela al que tenía diez, deriva de un principio establecido por el Señor Jesucristo al enseñar sobre las parábolas acerca del reino. En Mateo 13: 12 declaró que “a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.” Jesús mismo aplica este principio y lo ilustra con la actitud de los amos en las parábolas de los talentos y de las diez minas.

El versículo veintisiete demuestra la conducta normal que se esperaría de un gobernante de la época de Jesús tales como la familia de Herodes o algún otro líder terrenal, pero no refleja necesariamente la conducta que el Señor Jesús con los suyos, aunque él tiene todo el derecho y atributos para juzgar a sus enemigos en contraste a los que tiene un gobernante impío e injusto (Hechos 17:31).