Los hombres que custodiaban a Jesús luego de su aprehensión eran los oficiales de la guardia del templo. Paradójicamente, los que cuidaban la casa de Dios, eran los que se burlaban y escarnecían al que verdaderamente era “el Señor de la casa de Dios”. Este incidente, es incluído por Lucas como un agudo contraste entre los sufrimientos de Jesús y el intento de Pedro por evitar identificarse con su maestro, habiéndolo negado tres veces.