La pesca milagrosa, Lc 5: 1-11 (Mt 4:18-22; Mr 1:16-20)  

Lc 5:9-11 “Porque por la pesca que habían hecho, el temor se había apoderado de él, y de todos los que estaban con él, y asimismo de Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón, pero Jesús dijo a Simón: No temas; desde ahora serás pescador de hombres. Y cuando trajeron a tierra las barcas, dejándolo todo, les siguieron”. 

La evidente demostración de la divinidad de Cristo deja perplejos y temerosos, tanto a Pedro como a todos sus compañeros, y como podría ser de otra forma la reacción de los mortales ante unas señales tan increíbles e inéditas jamás hechas por un ser humano que a su vez es Dios con nosotros y ellos los supieron al instante.

Para meditar: Por esta señal milagrosa, Pedro se sintió sucio y pecador ante un ser sobrenatural e indigno de estar frente a él, caído a sus pies totalmente humillado. La expresión de Jesús a Simón: “no temas”, sigue siendo relevante para nuestro tiempo y en toda persona que experimente los milagros de Dios ya que un miedo al señor que lleva consigo el alejamiento no es sano; por el contario, debemos buscar la intimidad con Cristo cada día y así impregnarnos de su poder y santidad.

Simón y sus socios, Jacobo y Juan, así como su hermano Andrés ya antes se habían hecho discípulos de Jesús, (Mt 4:18- 22; Mt 1:16-20) sin embargo, Lucas pone en evidencia que aun trabajaban un poco en su empresa, ahora en este singular acontecimiento los llama a un servicio especial para plena consagración.

No queda ni la menor duda de que Jesús en su plena omnisciencia había planeado este inédito evento a orillas del lago ante los cansados y desalentados pescadores para reiterarles una vez mas de forma definitiva y contundente un llamado a tiempo completo; simplemente en esta singular ocasión, dice el texto sagrado que trajeron a tierra las barcas y dejándolo todo le siguieron; si, dejándolo todo: barcas, redes, y abundante pescado jamás visto en sus jornadas anteriores.