La confesión de Pedro, Lc 9:18-20 (Mt 16:13–20; Mr 8:27–30)  

Lc 9:18-20 “Aconteció que mientras Jesús oraba aparte, estaban con él los discípulos; y les preguntó, diciendo: ¿Quién dice la gente que soy yo? 19Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado. 20Él les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy? Entonces respondiendo Pedro, dijo: El Cristo de Dios”.  

Se puede entender que a Jesús nunca le importó ser famoso, no era lo que buscaba, tampoco le afectaba lo que los hombres hablaban de él, pues sabía lo que pensaban todos, no tenía necesidad de que alguien le dijera (Jn 2:25), entonces ¿Por qué esta pregunta? Contestaron lo que la gente decía: que era Juan el Bautista, o que era Elías o algún profeta que había resucitado. Nadie añadió que era el Mesías.

Ahora viene la verdadera pregunta: ¿Y vosotros, quién decís que soy? Este es el meollo de la enseñanza. Para muchos Jesús es un gran maestro, para otros un filósofo, otros opinan que Jesús fue un hippie, o quizá un revolucionario. Pero la cuestión ayer y hoy es: para mí, ¿quién es Jesús? Si no reconozco que él es Dios y es Salvador es que no creo que yo mismo necesite perdón y redención. Entonces sólo será un personaje más, importante o no, pasa a ser un nombre en un libro.

Pedro dilucida atropelladamente la cuestión. Siempre emocional y atrevido da su opinión: “el Cristo de Dios”. En Mateo 16:16 se añade que Jesús le contestó a Pedro: “bienaventurado eres,…pues no te lo reveló ni carne ni sangre, sino mi Padre…”. El mismo Señor afirma que vino del cielo. El vulgo y la nobleza nunca optaron por creer que Jesús fuera el ungido, pero Simón, a nombre de los doce, lo afirma, y era verdad, Jesús es el Mesías.