La transfiguración, Lc 9:28-36 (Mt 17:1-8; Mr 9:2-8)  

Lc 9:29 “Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente".  

El texto nos menciona que la apariencia del Maestro cambió mientras oraba, es un buen ejemplo de lo que realmente produce la comunión con Dios mediante esta disciplina espiritual. El texto literalmente dice que “la forma de su rostro fue otra”. Sus vestidos se hicieron blancos, no siempre se puede determinar con exactitud el color de la túnica de Jesús, probablemente era clara, pero no blanca, puesto que sería muy difícil lavarla en tanto viaje.

Sus vestidos se convirtieron en un hermoso blanco inmaculado como procede para al Gran Juez Justo, o al Anciano de Días. El aspecto de Jesús en este caso está imbuido, empapado de comparaciones con la luz, pues él es la Luz del Mundo (Jn 8:12), y es la Luz que vino a los hombres (Jn. 1:9) por ello, todo el que se llame verdadero cristiano debe huir del ocultismo, de las tinieblas, puesto que todo ello se opone a la luz del Señor.

Marcos (9:2) y Mateo (Mt. 17:2), en sus respectivos evangelios, utilizan la palabra “transfiguración” (gr. Metamorfoô), pero Lucas no lo hace, la palabra detona un fuerte énfasis en “tomar otra figura”.