En el recorrido constante y seguro del Maestro rumbo a Jerusalén (la ciudad estaba 777 metros sobre el nivel del mar, por lo anterior, cualquiera que se dirigía a Jerusalén calificaba la acción como “subir”), pasando por Perea rumbo a Jericó, apresuradamente el Maestro a la cabeza del recorrido de los que se dirigían a la fiesta de la Pascua en Jerusalén, conociendo la fama de los milagros del Señor, tenían temor. Entonces apartó del numeroso grupo a sus doce discípulos, y les recordó lo que estaba por suceder en Jerusalén