Judas tenía prisa para entregar a Jesús. La palabra “luego” que utilizó Marcos con frecuencia indica “prisa” (gr. Euthus). Por otra parte, el apóstol Juan indicó que Jesús se había adelantado a ellos para dialogar (Jn 18:4-7). De cualquier forma, Marcos y Mateo concuerdan en que Judas aprovechó aquel momento para acercase a Jesús e identificarlo a través de un beso. Las antorchas que llevaban aquellos hombres posiblemente no ayudaban mucho para reconocer a Jesús entre la oscuridad. Por tal razón, algunos comentaristas opinan que fue el beso de Judas la señal adecuada para reconocerlo y no dar márgenes para un error.
Pero uno de los que estaban allí, saco su espada, hirió al siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja. Solo Juan identificó a Pedro como el agresor, quien también aseguró que aquel siervo se llamaba Malco (Jn 18:10). Después de esto, el apóstol Juan continuó diciendo que Jesús pidió a Pedro que guardara su espada, recordándole que era necesario que todo esto aconteciera (Jn 18:11). Recordemos que Juan fue testigo ocular, y aún los comentaristas opinan que esa fue la razón por la que el aportó más detalles sobre este hecho.
El hecho de que estas personas hayan llegado con palos y armas, sugiere la errónea perspectiva que poseían, sobre un Jesús revolucionario. El les cuestionó: “¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? La palabra “ladrón” se usaba generalmente para referirse a los salteadores de caminos. Además, Jesús les cuestiona sobre las posibilidades que habían tenido para prenderlo en otros momentos, pero al parecer nadie pudo responderle; quizá porque algunos habían quedado sorprendidos por Jesús (Jn 18:6); no obstante, Jesús no se resistió al arresto y agregó que estos sucesos cumplían las escrituras y la voluntad de Dios (V.49).
Finalmente, así como Jesús ya lo había declarado, los discípulos fueron dispersados. “dejándole, huyeron”. Aun Pedro, que valientemente había sacado una espada, le dejó y se fue a esconder.