Estando en casa los discípulos no se quedaron con dudas, y le muestran a Jesús que querían entender más sobre la parábola.
El maestro se queda asombrado ante la pregunta, pues la misma sólo hace notar que en los discípulos yacía todavía la necedad de seguir en sus tradiciones. Ni siquiera a ellos les era fácil cambiar su paradigma.
La frase “porque no entra en su corazón” es parte de la pregunta que indica que todo lo externo que entra en el hombre no le puede contaminar. Con ello se abre la puerta a la posibilidad de comer cualquier alimento si se hace con acción de gracias (1 Ti. 4:3). Tal interpretación compagina con la conclusión del Concilio de Jerusalén sobre no imponer a ningún creyente gentil los impedimentos de la Ley en cuanto a sus alimentos (Hch 15:28,29).
La impureza nada tiene que ver con lo que se introduce en el cuerpo, sino con “lo que del hombre sale”. No era importante el alimento como lo hacían ver los fariseos y escribas, sino lo que Jesús estaba enseñando.