Jesús anuncia su muerte, Marcos 8:31-9:1 (Mt 16:21-28; Lc 9:22-27) 

Mr 8:31-33 "Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días. Esto les decía claramente. Entonces Pedro le tomó aparte y comenzó a reconvenirle. Pero él, volviéndose y mirando a los discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: ¡Quítate de delante de mí, Satanás! porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres." 

El maestro comenzó con una enseñanza conectada a la reciente declaración de Pedro, añadiéndole lo que no comprendía la mente judía. Ellos esperaban un Rey libertador que sometiera al imperio que actualmente les oprimía, pero Jesús los conduce a ver en él al siervo sufriente.

Así como el asunto mesiánico llevaba a recordar a los profetas, Jesús conduce a sus discípulos a recordar la revelación de Daniel que es quien utiliza el término Hijo de Hombre (Dn 7:13,14); también añade el padecimiento que era necesario y no se podía evitar; el rechazo por parte de los principales eruditos de la ley en ese momento; su inminente muerte y su gloriosa resurrección específicamente en tres días. El énfasis de Marcos es que se los decía claramente (32) no es un comentario simple, sino una afirmación con confianza, seguridad, y sin metáforas de ningún tipo.

Pedro, inspirado por la revelación reciente, no le pareció correcto lo que estaba escuchando; su maestro era el Rey libertador prometido a los judíos, y ahora escuchar que va a ser rechazado y sufrir hasta la muerte, provocó en él la necesidad de protegerlo y ayudarlo a salir ileso de estas amenazas. Por esto le habló aparte, para que no se enteraran los demás, pero Jesús regresando la mirada a los discípulos, reprendió a Pedro y confirmó la importancia de los padecimientos del Mesías, como el siervo sufriente debía cumplir al pie de la letra los escritos de los profetas, lo cual está dispuesto a hacer con gran amor por cada uno de los perdidos.

La reprensión a Pedro trae luz sobre la actividad en el mundo espiritual. Dicha exhortación es dirigida no a la persona de Pedro, sino a Satanás, mandándole que se fuera. Jesús explica la causa de su orden: porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en la de los hombres (33). No podemos afirmar que Satanás estaba en Pedro, pero sí que estaba influenciando a Pedro; lo cual nos muestra el cuidado que se debe tener, pues, aunque no somos posesionados por Satanás o los demonios, sí somos vulnerables a las dudas e ideas que quieren sembrar en el creyente. La tentación no es nueva, en la barca los discípulos pensaron en el pan material, y aunque la confesión anterior de Pedro muestra que los ojos espirituales se estaban abriendo, una vez más son los ojos humanos los que toman preponderancia. Esta es una tentación muy común en los creyentes que impide el crecimiento espiritual.

Para meditar: En muchas ocasiones es difícil avanzar en la madurez espiritual y entender las cosas de Dios que son espirituales; al mismo tiempo es muy fácil dejarse llevar por la tentación de Satanás para ver los asuntos desde la perspectiva humana y perder lo que se había avanzado.

Jesús se había dirigido a los discípulos, pero ahora extiende su auditorio y añade a la gente que le rodeaba. La importancia de lo que iba a mencionar era de incumbencia para todos.