La levadura de los fariseos, Mr 8: 14-21 (Mt 16:5-12) 

Mr 8:16-21 "Y discutían entre sí, diciendo: Es porque no trajimos pan. Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Qué discutís, porque no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón? ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Y no recordáis? Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas cestas llenas de pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Doce. Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Siete. Y les dijo: ¿Cómo aún no entendéis?" 

Jesús percibe lo que ocurre entre los discípulos. Era más que una preocupación por el alimento, consistía en asuntos de entendimiento (17). Los discípulos son confrontados con toda una serie de preguntas que desnudan su alma y muestran la verdadera condición espiritual en la que estaban. El corazón de sus seguidores aún estaba duro, por eso no entendían, pero todo esto desemboca en la pregunta ¿Y no recordáis? Las siguientes dos preguntas llevan a recordar dos milagros anteriores. Veían y oían los milagros de su maestro y no entendían. El recordar lo que Dios hace a favor de los que le buscan es muy importante para empezar a comprender y no tener un corazón endurecido. Recordar y meditar en los poderosos hechos de Dios es un ejercicio a practicar para que el entendimiento de las cosas espirituales se manifieste en el corazón. Se debe permitir al Espíritu Santo hacer la obra de recordarnos (Jn 14.26), para meditar en las manifestaciones de Dios a nuestro favor, alcanzando así un crecimiento espiritual y preparándonos para entender las cosas que Dios pone frente a nosotros.

Nota doctrinal: El Espíritu Santo tienen la disposición de recordar al creyente todas las cosas referentes a Cristo; cuando le dejamos actuar en nuestra vida, él puede hacer este trabajo a nuestro favor.

El entendimiento al que se refiere este versículo tiene su base en poder recordar las obras milagrosas de Jesús para entender quién es él. Los discípulos aún no podían entender porque tenían una ceguera espiritual producida por su mirada en las cosas materiales y humanas.