El endemoniado Gadareno, Mr 5:1-20 (Mt 8.28-34; Lc 8.26-39) 

Mr 5:10 “Y le rogaba mucho que no los enviase fuera de aquella región”. 

Aparece aquí algo poco común en los casos donde Jesús tuvo contacto con los demonios. La mayoría de las veces la orden fue obedecida de manera inmediata (Mt 8:16; Mr 1:34; Lc 4:35,41), pero este es un caso en el que Jesús mantuvo una breve conversación con ellos.

Si bien es cierto, los demonios creen y tiemblan (Stg 2:19,20), también intentarán por todos los medios mantener su estatus y seguir dominando a las personas, Jesús al permitir esta interacción da algunas enseñanzas sobre quiénes y cómo son los demonios. Su número es mayor de lo que siquiera podemos imaginar y su deseo de someter y destruir al hombre es desmedido.

Es interesante notar que no obstante la posesión de los espíritus era sobre una sola persona, afectaba a la comunidad entera. La opresión de este hombre había traído tristeza, miedo e incertidumbre sobre toda esa región. Seguramente ésta era la razón por la cual le rogaron mucho al Señor que no los enviase fuera de aquel lugar. Sabían que si Jesús se los ordenaba perderían dominio no sólo de una vida sino de todas las de Gadara.