En este pasaje Jesús explicó la parábola del sembrador. Enseñó que su mensaje central se relacionaba con la predicación de la palabra y el resultado que se obtenía en los diferentes tipos de oyentes.
El sembrador que salía a predicar las buenas nuevas de salvación encontraría un primer tipo de oyente: es decir, el que escucha pero no entiende el mensaje porque la palabra no llega a su corazón; sólo la percibe de manera externa y sin profundidad; entonces viene el malo –πονηρος (ponerós que significa: maligno, perverso, pecaminoso)- y fácilmente arrebata la palabra, pues quedó en la superficie del entendimiento de la misma forma en que los pájaros se alimentan de las semillas que caen junto al camino, y así es arrebatada la palabra que se ha recibido.
El segundo tipo de oyente es comparado con la semilla que cayó en pedregales. Son los que escuchan animosamente el evangelio, pero dudan ante la adversidad. La simiente brota rápidamente pero no permanece a causa de los rayos del sol y la escasez de raíz. Así ilustra el Maestro la aflicción o persecución que se origina a causa de creer a la palabra, lo cual produce confrontación y en ocasiones atribulan al creyente. Sólo los que abrigan el mensaje con amor y profundidad serán vencedores.
Un tercer tipo de receptores es similar con la semilla que fue sembrada entre espinos. El afán de este siglo y la ansiedad por los bienes terrenales ahogan la simiente condenándola a la destrucción. De igual forma, la palabra resulta infructuosa cuando el que la escucha pone como prioridad los bienes y satisfacciones materiales. El evangelio no provoca un estado de inconciencia, sino que exhorta a poner los problemas, preocupaciones y angustias en manos de Dios.
Finalmente, Jesús explicó lo relacionado al tipo de oyente que produce fruto. Es la “buena tierra” donde fue sembrada la semilla, es todo aquel que escucha la palabra, la comprende y la pone por obra, y que haciendo a un lado las maquinaciones del mundo, Satanás y la propia carnalidad, produce fruto abundante de alabanza y hechos. Muestra el verdadero carácter de Cristo.
Para Meditar: En esta ilustración se nos revelan las maquinaciones del enemigo del alma, que a los más débiles les arrebata ferozmente el mensaje de salvación. En otros provoca el tropiezo al afectar sus emociones por la confrontación del mensaje, y en otros apela a la influencia que ejercen sobre ellos las riquezas de este mundo. Solo el Espíritu Divino puede desarrollar en nosotros la convicción y fervor necesarios para producir fruto.