Mateo 13:3-9 - “Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga”.

Con esta primera parábola, de una serie de siete, se anunció la llegada del reino de los cielos. A través de ella se revelaron los diferentes aspectos y verdades espirituales que deben manifestar todos aquellos que con sinceridad buscan hacer la voluntad de Dios. Sin embargo, no todo el que escuchaba la Palabra, entendió el real significado del discurso de nuestro Señor. Se requiere total disposición para tener plena conciencia espiritual y una perspectiva correcta de estas ilustraciones. Por ende, sólo los receptivos a la verdad comprenderían el mensaje.

Dentro del tercer discurso de Jesús (el primero fue El Sermón del Monte con las preciadas bienaventuranzas, Mateo 5 al 7; en el segundo, narrado en el Cap.10 habló respecto a la vocación y misión de los apóstoles, ). Los primeros cuatro relatos fueron dirigidos a la multitud, mostrando un aspecto general del reino y su crecimiento, así como el carácter de aquellos que lo componen.

Inmerso en un lenguaje figurado y bellamente estilizado, Jesús presentó a través de esta parábola la oportunidad de ser parte del reino, quedando de manifiesto que el grado de éxito depende del corazón humano.

Para Meditar: Esta parábola es un aliento para los que enseñan y predican el evangelio. La semilla es esparcida con gozo y esperanza, el resultado es un milagro del Espíritu de Dios al usarnos en tan loable empresa. No desistamos entonces, que a su tiempo segaremos.