En la última de las 7 parábolas, el maestro comparó el reino con una red, que puede recoger toda clase de peces, y una vez que se llena se pone en la orilla y se separaran los peces buenos de los malos, (saprós que significa podridos y corrompidos). Entonces, los peces buenos son colocados en cestas y los malos son arrojados afuera. Una vez más vemos la plenitud de los tiempos, el fin del siglo: los ángeles apartando los malos de los justos y lanzándolos al horno de fuego.
La red prefigura la labor de la iglesia arrojando o enviando el evangelio al mar (las gentes) para atraer las almas al Salvador. En esta pesca espiritual se allegarán toda clase de personas, algunas con el buen propósito de alcanzar misericordia y otras lamentablemente corrompidas.
Nota Doctrinal: En esta ilustración se nos revelan las maquinaciones del enemigo del alma, que a los más débiles les arrebata ferozmente el mensaje de salvación. En otros provoca el tropiezo al afectar sus emociones por la confrontación del mensaje, y en otros apela a la influencia que ejercen sobre ellos las riquezas de este mundo. Solo el Espíritu Divino puede desarrollar en nosotros la convicción y fervor necesarios para producir fruto.