Después de sanar a la hija de la mujer siro-fenicia, el Señor retornó a Judea, y desde la cima del monte esperó a los enfermos que acudían a él. Mateo refiere muchos enfermos. Entre ellos, Marcos describe la curación de un sordomudo (Mr 7:32-37). Muchos fueron llevados ante Jesús en busca de sanidad y el los sanó. En este pasaje se observa su gracia y amabilidad curando la incapacidad física, preocupado por los cansados y alimentando a los hambrientos; en repetidas ocasiones dijo que el Padre lo había enviado y que Él hacía las obras del Padre. Al ver los milagros la gente glorificaba al Dios de Israel.
Puede decirse que Jesús en tres etapas de su ministerio, acabó cada una de ellas sirviéndole de comer a su pueblo. La primera, cuando dio de comer a los cinco mil al final de su ministerio en Galilea, porque Jesús ya no volvería a enseñar, predicar y a sanar allí. La segunda, cuando dio de comer a los cuatro mil, y finalmente, la última Cena en Jerusalén, cuando Jesús llegó al final de sus días en la carne.
Para Meditar: ¡Cuánta necesidad de recibir salud! Los cojos que no se conducen rectamente, los ciegos que no comprenden las grandezas espirituales, los mudos que no alaban al Señor, los mancos que son impotentes para hacer el bien y los sordos que no obedecen sus designios. ¡Arrojémonos a sus pies para recibir misericordia! Jesús hace que las almas ciegas vean por fe, el mudo hable a través de la oración, el cojo y el manco anden en santa obediencia.