La demanda de una señal (Mr 8:11-13; Lc 12:54-56)

Mateo 16:1-4 “Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal del cielo. Mas él respondiendo, les dijo: Cuando anochece, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles.  Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no podéis! La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Y dejándolos, se fue”.

Una vez más, como en el capítulo anterior dos grupos religiosos hacen un solo bloque de defensa y de contención al constante crecimiento de popularidad y aceptación que Jesucristo estaba teniendo. En este caso son los fariseos – los clase medieros religiosos- y los saduceos – la aristocracia sacerdotal- que juntos, querían socavar de alguna manera la autoridad que Cristo ya había mostrado con creces.

Nota Doctrinal: En la teología de los milagros podemos encontrar el abordaje correcto de lo que es un milagro. De acuerdo a la sagrada escritura el creador de un milagro es Dios mismo y el beneficiario directo del milagro es el hombre. Se caracteriza como milagro a un hecho que contraviene a un proceso natural en el cual si no es por una intervención sobrenatural –en este caso, Dios- no podría suceder tal acontecimiento.

Existen palabras hebreas, arameas y griegas que explican los diferentes acepciones de un milagro: 1. Están las que enfatizan la naturaleza asombrosa de un milagro, 2. También las que destacan el poder en sí mismo del milagro y 3. Las que acentúan el significado del milagro en cuestión.

En este sentido pareciera ser que estos dos grupos religiosos no estaban conformes todavía con las evidencias que Jesús había presentado para dar a conocer que su ministerio era sobrenatural y que provenía de Dios mismo. Jesús ya les había dicho: “Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios” (Mt 12:28).

Los milagros siempre han estado presentes en la biblia desde Génesis a Apocalipsis, algunos ejemplos son: 1. la confusión de lenguas, su propósito fue frustrar una codicia impía, el lugar: Babel (Gn 11:7-9). 2. La esposa de Lot convertida en sal, su propósito fue castigar a la esposa de Lot por su desobediencia por mirar atrás, el lugar: en un camino fuera de Sodoma (Gn 19:26). Asimismo, hubo milagros de la naturaleza como detener el sol y la luna para favorecer a los israelitas en Gabaón (Jos 10:12-13), milagros de sanidades físicas, la lepra de Naamán sanada debido a su fe en el rio Jordán (2 R 5:10-14) entre otros.

En el NT se pueden ver diferentes tipos de milagros realizados no solo por Jesús sino también por sus discípulos y apóstoles. El primer milagro que Cristo hizo fue en las bodas de Caná de Galilea donde convirtió el agua en vino, su propósito fue enseñar la providencia de Dios (Jn 2:1-11). El segundo fue sanar a una suegra – la de Pedro-, su propósito fue mostrar su amor por una persona necesitada (Mr 1:29-31), como en el AT también hubo milagros de la naturaleza como la pesca milagrosa, su propósito doble fue ser la provisión para sus discípulos y enfatizar el llamado de Pedro al ministerio (Lc 5:1-11) entre otros.

Para Meditar: Es interesante ver como dos grupos antagónicos – el caso de Herodes y Pilatos en medio de la maldad del apresamiento de Jesús, en ese día se hicieron amigos, porque antes estaban enemistados-. Pues bien, los fariseos y los saduceos que estaban en las antípodas de la doctrina, en la defensa de Pablo ante el concilio sucedió algo interesante. “Entonces Pablo, notando que una parte era de saduceos y otra de fariseos, alzó la voz en el concilio: Varones hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo; acerca de la esperanza y de la resurrección de los muertos se me juzga. Cuando dijo esto, se produjo disensión entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se dividió. Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; pero los fariseos afirman estas cosas. Y hubo un gran vocerío; y levantándose los escribas de la parte de los fariseos, contendían, diciendo: Ningún mal hallamos en este hombre; que si un espíritu le ha hablado, o un ángel, no resistamos a Dios”.

Aun así, estos dos grupos opuestos entre sí por su posición doctrinal, se unen contra Jesús y quieren debatir con él, la petición de una señal exclusiva para ellos, se da en el contexto de la autoridad religiosa que ostentaban, considerándose como la última instancia para reconocer tales milagros. A estas alturas es probable que ellos ya hubieran escuchado de la alimentación de las cuatro mil personas.

En consecuencia, ¿quién determina si un milagro es de Dios o no? ¿Hasta qué punto una jerarquía eclesiástica o religiosa puede sancionar si una obra milagrosa es de Dios o no? El Señor Jesucristo dijo que líderes y discípulos serían conocidos por sus frutos. Si la persona ha sido edificada con algún milagro y sobre todo su alma ha sido salva, por supuesto que podemos pensar que Dios está en el asunto. La categorización de los milagros tampoco tiene un rango de aceptación en el reino de Dios, el milagro más grande es la salvación de las almas, todo lo demás es añadidura.

Para Meditar: Los evangelistas Marcos y Lucas también narran este hecho; Marcos anota que Jesús al responder, gimió en su espíritu con una pregunta: ¿Por qué pide señal esta generación? De cierto os digo que no se dará señal a esta generación? (Mc 8:12).


Los fariseos y los saduceos no tenían ninguna intención de ser ministrados por Jesús, mucho menos ser enseñados por él. Su intención era tentar, provocar y si se daba el caso, exhibir a Cristo. Es probable que haya personas que solo tengan “comezón de oír” y se acerquen a escuchar la palabra solo para tratar de encontrar errores en ella o en los predicadores, limitando así el poder de Dios a favor de sus vidas. Como dice el apóstol Pablo: “… porque no es de todos la fe” (2 Ts 3:2).

Aun así, la iglesia debe seguir el ejemplo de su maestro, practicar su llamado a servir a una sociedad que sin reconocerlo, tiene una profunda necesidad de ser sanada y liberada. “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder” (Mt 5:14). En medio de la incomprensión y del ataque, la iglesia sigue siendo luz y sal para este mundo y debe salir de sus entornos cercanos e ir a los más lejanos para alcanzar a las personas que Dios ya ha preparado para que le conozcan como su salvador y señor de sus vidas.

En ocasiones las personas tienden a buscar los milagros por sí mismos, solo para recibir un beneficio personal: “Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado” (Lc 17:17-19). Todo milagro tiene el propósito de acercar a la persona a Dios y que ésta reconozca a Jesucristo como su salvador y señor de su vida.

Sin embargo, es probable que haya personas como los fariseos y los saduceos que busquen señales para su beneficio personal. La respuesta sigue siendo la misma: “pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás”.