Jesús enseña sobre el divorcio (Mr 10:1-12; Lc 16:18)

Mateo 19:3-12 “Entonces vinieron a él los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa? El, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre. Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla? El les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así. Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera. Le dijeron sus discípulos: Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse. Entonces él les dijo: No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es dado. Pues hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba”.

El divorcio es de suma importancia en este siglo XXI, se han hecho investigaciones exhaustivas sobre el tema. Los institutos nacionales de estadística de los países latinoamericanos han hecho esfuerzos para tener un abordaje sociológico sobre este flagelo que las sociedades contemporáneas han permitido en sus integrantes.

En este pasaje es notorio que no es nada nuevo la separación de los cónyuges a través de la figura religiosa y jurídica del divorcio.

Nota Doctrinal: Una vez más, los fariseos se presentan en escena para tentar a Jesús. El tema fue el divorcio por cualquier causa: “¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?”. El matrimonio fue creado por Dios antes de la fundación de los estados con sus leyes tal y como los conocemos en la actualidad: “Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada.” (Gn 2:21-23).

Ayer como hoy existe confrontación sobre este tema, los fariseos querían orillar a Jesús a una de las dos decisiones respaldadas por dos corrientes doctrinales. La escuela Shammai que enseñaba que era ilícito divorciarse a no ser por causa de infidelidad. La otra postura era la de la escuela de Hillel, más liberal, que permitía el divorcio por cualquier causa. Jesús responde puntualmente citando correctamente la palabra de Dios: ¿No habéis leído… Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó (Gn 1:27) y “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Gn 2:24). Aquí Jesús les enseña a los fariseos que su interpretación del tema del divorcio no tenía una lectura correcta de acuerdo a la palabra de Dios.

En consecuencia, una cosa es ordenar y otra permitir, los fariseos interpretaron como una orden el permiso de Moisés para llevar a cabo un divorcio, sin embargo, Jesús aclara el concepto, no se trataba de una instrucción mandataria, sino de una dirección permisiva, la cual Cristo aclara, “Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres;”, tiene que ver pues, con la naturaleza caída del hombre la cual produce disfunción en la relaciones matrimoniales.

Para Meditar: El descargo de Jesús para el divorcio es “salvo por causa de fornicación”. Enfatizando el hecho que la voluntad de Dios para cada matrimonio sigue siendo la misma: “por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”. Desgraciadamente la raza humana se ha estado deslizando hacia la disolución fácil de los vínculos conyugales, habrá que notar sin embargo, que cada situación matrimonial en conflicto es especial en su trasfondo y tratamiento. Habrá ocasiones en que uno o ambos cónyuges hayan pecado de adulterio, pero también donde la vida de uno de ellos o de ambos esté en riesgo por uno de los flagelos del último siglo como lo es la violencia intrafamiliar, en este último caso, no solo sería importante la intervención de un consejero espiritual sino de la autoridad civil competente para resguardo de la vida de ambos cónyuges y de los hijos.

Nota Sociológica: En los tiempos sociopolíticos de Jesús, los matrimonios que se celebraban delante de la autoridad civil romana, incluía una promesa de ambos de compartir una vida en común. El varón se comprometía con su esposa a ser provisor de su vestuario, así como a no maltratarla, insultarla, no expulsarla y de no meter otra mujer a su casa, si fallaba en alguna de estas admoniciones perdía inmediatamente la dote que consistía en artículos de oro y monedas de plata. Asimismo la mujer hacía el compromiso de cumplir sus deberes con su marido, a no ausentarse ni un solo día o noche sin el permiso de su cónyuge, a no deshonrar ni dañar la casa en común y a no andar con otro hombre, so pena de perder la dote y el pago de la multa correspondiente.1

Por el contrario, el divorcio se daba de mutuo acuerdo sin causal alguna, con el solo hecho de presentarse ante la autoridad competente y declarar su decisión de separarse. En el acta constaba que era una decisión soberana de ellos, que renunciaban a la dote correspondiente y a cualquier demanda futura por este rubro, incluyendo la demanda de cohabitación donde ésta quedaba cancelada. A partir de la expedición de esta acta de divorcio civil, ambas personas quedaban libres de volver a contraer matrimonio con la persona de su elección sin que a ninguno de los dos se les acuse de ningún delito. 2

Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse… El matrimonio sigue siendo un misterio y al mismo tiempo un milagro que solo Dios puede sostener. Los discípulos contemporáneos somos llamados a ser testimonio de fidelidad a la palabra de Dios y a la institución más antigua de la humanidad llamada familia.

1Romano Penna. Ambiente Histórico Cultural de los Orígenes del Cristianismo. (Bilbao: Editorial Desclee de Brouwer, S.A, 1994), 131-132.

2Ibid