Los labradores malvados, Mt 21:33-46

Mateo 21:33-36 “Oíd otra parábola: Hubo un hombre, padre de familia, el cual plantó una viña, la cercó de vallado, cavó en ella un lagar, edificó una torre, y la arrendó a unos labradores, y se fue lejos. 34Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores, para que recibiesen sus frutos. 35Más los labradores, tomando a los siervos, a uno golpearon, a otro mataron, y a otro apedrearon. 36Envió de nuevo otros siervos, más que los primeros; e hicieron con ellos de la misma manera”.

Por si no fuera suficiente, Jesús les dice, esperen ¡una parábola más!, los exhibió como falsos e hipócritas, ahora les diría asesinos.

Es claro que esta parábola se refiere a los líderes religiosos de Israel. Cada aspecto que se menciona en la parábola se propone mostrar que el padre hizo todo lo necesario para que la viña pudiera dar fruto, al igual que él, Dios hizo “venir una vid de Egipto; Echaste las naciones, y la plantaste. Limpiaste sitio delante de ella, e hiciste arraigar sus raíces, y llenó la tierra. Los montes fueron cubiertos de su sombra, Y con sus sarmientos los cedros de Dios. Extendió sus vástagos hasta el mar, Y hasta el río sus renuevos” (Sal. 80:8-11). Esperaba que Israel diera fruto para su gloria, que le reconociera en su venida y estuviera preparado para ello.

Se la dejó en renta a unos labradores que, bajo los acuerdos de la época llegado el momento debían recoger el fruto, y pagar lo acordado al dueño, por lo que éste envió a sus siervos para que recibieran el pago. Tristemente no es eso lo que ocurre, al contrario, cada vez que los siervos llegan por el pago, fueron maltratados y asesinados. En la historia de Israel se trataría de los profetas que Dios envió una y otra vez cuando Israel se desviaba. Sin embargo, esos siervos de Dios, de los cuales no eran dignos, fueron pasados por “vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados”. (He 11:36-37).