Todos los discípulos habían huido, las mujeres veían de lejos el proceso de crucifixión de Jesús, el Centurión y los que estaban con él cuidando a Jesús ya había declarado: “Verdaderamente éste era Hijo de Dios”, pero hubo un hombre valiente, que quizá no anduvo las veinticuatro horas con Jesús en su ministerio de tres años, pero en la hora de crisis, supo responder con hechos, mostrando que su discipulado era en serio, que su compromiso con Jesús era para dar fruto, su nombre: José de Arimetea.
Para Meditar: La narrativa juanina da cuenta de cómo este hombre llamado José de Arimatea, hombre prominente y radicado en Jerusalén, miembro del Sanedrín, era discípulo de Jesús, pero de forma secreta: “Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el cuerpo de Jesús” (Jn. 19:38).
Existe un concepto moderno que da cuenta de la acción emprendida por José de Arimatea, se llama “Construir Comunidad”, esto se logra con buenas relaciones en los diferentes niveles de la sociedad para vincular individuos y organizaciones con el propósito de trabajar los temas que beneficien a la comunidad en general.
Sin duda que José de Arimatea, utilizó los hilos conductores de la llamada diplomacia blanda, donde trabajan ciertos individuos, como actores, deportistas, hombres de negocios y religiosos para representar a una nación y lograr metas comunes para sus países. Como miembro del Sanedrín era conocido por propios y extraños, y como ya era discípulo de Jesús, no actuó como sus compañeros del cuerpo de gobernantes, sino con la gracia y el respaldo de Dios.
Para Meditar: Es importante hacer notar que Dios usa a las personas de forma espiritual pero también en acciones muy prácticas como las que narra este pasaje. Pilato le concedió el cuerpo de Jesucristo a José de Arimatea, a pesar de no ser un pariente cercano y de haber muerto como un criminal, ¿Por qué sucedió esto? Por la alta posición que ocupaba este discípulo -hasta ese momento secreto- y sin duda también porque José pertenecía a la clase alta de Jerusalén, pero sobre todo porque el propósito de Dios tenía que cumplirse, ya que la profecía en Isaías 53:9 dice: “Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca”.
Nota devocional: Así como Samuel fue preparado por años en el servicio sencillo del templo sirviéndole al sacerdote Elí, hasta aquella madrugada que escuchó tres veces la voz de Dios y al fin respondió: “Habla, porque tu siervo oye” (1 S. 3:10), así José de Arimatea fue preparado para dar el último servicio al Señor Jesucristo en esta tierra.
Es muy probable que cuando José hizo el contrato con “la compañía funeraria” para comprar aquella tumba, no pensó a quién le correspondería usarla. Pero Dios sí conocía el futuro de José y no se debe pensar que ofreció su sepulcro porque le sobraba el dinero, sino por su corazón noble y de siervo. Esto es un ejemplo para todos los cristianos de todos los tiempos, estén o no en posiciones altas de la sociedad.