La guardia ante la tumba, Mt 27:62-66
Mateo 27:62-66 “Al día siguiente, que es después de la preparación, se reunieron los principales sacerdotes y los fariseos ante Pilato, 63 diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré. 64 Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos de noche, y lo hurten, y digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos. Y será el postrer error peor que el primero. 65 Y Pilato les dijo: Ahí tenéis una guardia; id, aseguradlo como sabéis. 66 Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia”.

Para concretar el crimen cometido en la persona de Jesús, los principales sacerdotes y fariseos hacen ante Pilato la última petición: una guardia para asegurar el sepulcro, no vaya a ser que, según las palabras de estos dirigentes, aquel engañador resucite.

¡Vaya! Aunque reconocían que Jesús realmente había muerto, su fuero interior no estaban en paz; a medida que pasaba el tiempo una vocecita interna les ponía una señal de alarma. Notemos que se entrevistaron con Pilato después de haber cumplido con ese día tan solemne para los judíos como era el primer día de los panes ázimos.

Bien por ellos, ya que recordaban exactamente la palabra profética dada por Jesús, “Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré” (Jn 2:19). Bien también por la evidencia que estaban preparando para que con pruebas irrefutables quedara escrito por los cronistas bíblicos y extra bíblicos que Jesucristo resucitó con poder y con gloria.

Para Meditar: No obstante que estos miembros prominentes de Sanedrín no nombraran a Jesucristo por su nombre y le colocaran el adjetivo de “engañador”, esto muestra su inseguridad abriendo la posibilidad para que la resurrección sucediera, como realmente así pasó.

Dios es el dueño de los tiempos y de las ocasiones, él es el eje rector de la historia y la historia de la crucifixión y sepultura de Jesús es también nuestra historia, así como la de su poderosa resurrección, porque ha sido adjudicada a nuestro favor.