Mateo 5:21-22 “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.”

Jesús hace referencia al quinto mandamiento “no matarás”. Señalando que la falta de cumplimiento a esta ley tiene su consecuencia; pero también agrega que “cualquiera que se enoje contra su hermano” no quedará exento de responsabilidad, si no que también será culpable de juicio v22.

El problema con el enojo es que fuera de control nos conduce a comportamientos destructivos y nos expone a consecuencias lamentables.

“Infierno de fuego”. Esta expresión corresponde a “gehenna” que se usaba en el original para referirse a “El Valle del Hijo de Hinnom”4(2 Rey 23:10) lugar donde acostumbraban en el pasado los impíos sacrificar niños al dios Moloc, pero que el rey Josías erradicó y en su lugar sólo quedó un valle donde solían quemar desperdicios e inmundicias de la ciudad. En los tiempos de Jesús, este término fue usado para referirse a un lugar de tormento.

Texto controversial: El enojo se puede definir como una alteración emocional provocada por una situación desagradable. Cabe aclarar que esta sensación emocional no es pecado, solo si es tratada con madurez. El apóstol Pablo pidió que fuéramos “pacientes los unos con los otros” (Efe 4:1-2) pero a pesar de esto y ante la posibilidad del enojo recomendó que no dejáramos pasar mucho tiempo para una reconciliación (Efe 4:26-27). Permitir que el enojo se quede oculto en el corazón provoca resentimiento y rencor; alimenta deseos de venganza y aumenta el odio hacia las personas detonando actitudes que conducen a comportamientos destructivos (Efe 4:27).

4 Pablo Hoff, Se hizo hombre, Pág. 112.