Los endemoniados gadarenos, Mt. 8:28-34.
Mateo 8:28-34 - “Cuando llegó a la otra orilla, a la tierra de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, feroces en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino. Y clamaron diciendo: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo? Estaba paciendo lejos de ellos un hato de muchos cerdos. Y los demonios le rogaron diciendo: Si nos echas fuera, permítenos ir a aquel hato de cerdos. Él les dijo: Id. Y ellos salieron, y se fueron a aquel hato de cerdos; y he aquí, todo el hato de cerdos se precipitó en el mar por un despeñadero, y perecieron en las aguas. Y los que los apacentaban huyeron, y viniendo a la ciudad, contaron todas las cosas, y lo que había pasado con los endemoniados. Y toda la ciudad salió al encuentro de Jesús; y cuando le vieron, le rogaron que se fuera de sus contornos”.

Mateo relata este encuentro de Jesús con demonios que es diferente en cierto sentido a los demás, en los otros les ordena callarse, salen dando alaridos y maltratando a sus anfitriones, pero en este caso particular les permite hablar.

Preguntan a Jesús que tiene con ellos, refiriéndose a que serán atormentados y le piden permiso para entrar en un hato de cerdos. Marcos dice que el demonio se llama legión, porque son muchos. Lucas registra la petición de que no los envíe al abismo.

Con respecto a los endemoniados se dice que eran feroces en gran manera, Lucas los describe desnudos, y Marcos como muy fuertes, tanto que rompían las cadenas con que eran atados, y los habitantes del lugar le temían. La presencia de demonios en ellos era evidente.

Aquí se ve la autoridad que Jesús tiene sobre las huestes espirituales de maldad. Se puede ver cómo le reconocen y saben tiene poder para atormentarlos y enviarlos al abismo, por ello dice la Palabra “Los demonios creen y tiemblan” (Stg. 2:19), y piden permiso, es decir, se sujetan a Jesús.

Para Meditar: Todas las culturas y religiones creen en demonios y tienen rituales para tratarlos, la Biblia misma hace abundante referencia de ellos y a la lucha contra ellos. Pedro dice “porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; “(1 P. 5.8). Pablo describe la vida cristiana como una lucha “He peleado la buena batalla…” (2 Ti. 4:7). Dice también “Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” (Ef. 6:12). Y que para estar firmes “tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiéndolo hecho todo, estar firmes.” (Ef. 6:13).

Texto Controversial: Con relación a este tema se puede llegar a conclusiones no solo diversas sino contrarias. Y ciertamente las opiniones se dividen, unos le atribuyen al diablo más poder y crédito del que realmente tiene. Otros, al no entender que la lucha es contra huestes espirituales, consideran enemigos a las personas. También están quienes desechan lo que se ha dado en llamar guerra espiritual, considerándola como cuentos. También están quienes desechan lo que se ha dado en llamar guerra espiritual, considerándola como cuentos.

En la actualidad este es un tema muy controvertido, aun en el medio cristiano. En este, unos no creen en la actividad demoniaca, y otros la exageran y ven demonios detrás de cada piedra, llegando al extremo de querer expulsar en el Nombre de Jesús, al espíritu de flojera o de sueño, y la más simple gripe es por obra de algún demonio, igual que el enojo de su pareja. Ninguno de estos enfoques es correcto, ni bíblico. Lo que debe llevar a buscar discernimiento para saber cuándo hay demonios y cuando es otra cosa. Jesús no era un cazador de demonios, el proclamaba el evangelio de reino, era su prioridad, y si se presentaban los echaba fuera, generalmente ni siquiera les permitía hablar.

Para Meditar: Muchos siervos de Dios han tenido esta clase de encuentros y salidos victoriosos, es decir, la experiencia confirma esta realidad espiritual, no solo la existencia de demonios, sino de que se someten a la autoridad de Jesús, dando testimonio de la veracidad de la Palabra “Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios” (Mc. 16:17-18). Es verdad que los demonios reconocen la autoridad de Jesús y le temen, pero eso no los hace desistir de su empeño de hacer males a las personas. Los demonios no tienen temor del hombre, pero sí del que mora en cada creyente, de manera que la garantía de éxito en estos enfrentamientos es una vida santa, impregnada con el dulce aroma del Señor. No es con rituales como se da la lucha, sino con la Palabra de Dios en fe, como Jesús lo hizo en cada ocasión.