Nota de carácter Ético: Sin duda que el único que puede ostentar este título del buen pastor es el Señor Jesús, pero bien harían los ministros y pastores contemporáneos tomar la enseñanza que este pasaje sugiere, reconociendo que el llamado a este alto compromiso como pastor de una iglesia conlleva una responsabilidad implícita por un lado, de cuidar y alimentar con principios genuinos, sin diluirlos ya que el alimento que los hijos del Señor requieren, deberá ser apegado a sus mandamientos y preceptos, y por otro, defender al rebaño de cualquier lobo que quiera dañarles, entendido este como cualquier persona que trate de hacer caer a alguno de los seguidores de Jesús. Atender a la iglesia viviendo bajo los principios éticos que la palabra declara, con pasión y compasión por el rebaño, por amor a Jesús, y no por ganancias deshonestas (1 P 5:2), ni como un asalariado que hace solo lo que le corresponde, sino que va más allá sabiendo que del Señor tendrá la recompensa.