Nuevamente Marta muestra una gran responsabilidad en lo que hace, Juan menciona que da el aviso a su hermana en secreto, tal vez para que no se enteraran los demás, por si había entre ellos algunos de los opositores de Jesús o bien para dar un tiempo de conversación en privado entre su hermana y el Maestro.
La actitud de María ante la noticia de que Jesús le llama indica que hasta ese momento se había enterado de su presencia, y como era su costumbre se apresura para estar cerca de Él; el tiempo de los verbos indica acciones : oyó, se levantó… y fue…, literalmente “e iba hacia él”, pero en esta ocasión tiene que llegar hasta donde se encontraba Jesús y donde Marta le había detenido antes de entrar a la aldea, es probable que Jesús aun estaba en ese lugar porque quería conversar con María sin interrupciones pero si este fue el motivo no lo pudo lograr, ya que los judíos que la acompañaban le siguieron.
Cuando María se encuentra con Jesús cae a sus pies, mucho se ha especulado si una era mas sensible a la presencia de Él, que la otra hermana, pero lo que se puede notar es que eran diferentes, y cada quien reacciona distinto ante las circunstancias; en este pasaje en el que los invitados consideran a María mas emocional que su hermana, cuando mencionan que va a la tumba a llorar, sin embargo cae a los pies de Jesús y hace la misma declaración que su hermana “Señor, si hubieras…” esto demuestra que sin duda alguna ambas habían platicado sobre este tema durante los días del sepelio.
Para meditar: Qué bueno que ante Jesús las personas se pueden presentar tal y como son, sin fingir ser como nadie más, María y Marta dan cuenta de ello. Ambas se encuentran con el Maestro, por un lado vemos a Marta declarando sus convicciones teológicas sobre su persona y declarando su fe firme y sustentada, y por otro a María en un acto de adoración postrándose a los pies del Maestro, ambas se allegan a Él de forma distinta, pero las dos son aceptadas, atendidas y consoladas por Jesús.
Lo anterior muestra que cada una de las personas tiene su propio carácter y forma de ser y desde ahí se practica nuestra espiritualidad siempre confiados en que Jesús no rechaza al que se acerca con fe esperando su ayuda e intervención.