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Unos griegos buscan a Jesús, Juan 12:20-26  

Jn 12:23-26 "Jesús les respondió diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.”

Ha llegado la hora. El tiempo perfecto de Dios llegó. Aunque en muchas ocasiones sus enemigos quisieron matarlo por lapidación, al estilo judío (Lc 4:29; Jn 8:59; 10:31), sin embargo la forma de la muerte de Jesús tenía que ser como estaba profetizado, y esto solo era posible que se cumpliera si los romanos eran los que sancionaban la muerte de Jesús.

Lleva mucho fruto. La muerte vicaria de Jesús produce vida, si no se hubiera cumplido, si Jesús se hubiera amado a sí mismo más que a su Padre, y, en todo su derecho, hubiera evitado el sacrificio cruento de la cruz, nuestra salvación sería imposible. Pero la profecía anunciaba el fruto abundante, producto de la aflicción y sufrimiento del Cordero de Dios (Is 53:10-12). El grano de trigo no se quedó solo, se multiplicó.

“Vida”. Cuando Jesús dijo “su vida”, se usa el término griego “Psique”. Esta importante palabra se traduce como corazón, mente, alma. Denota la vida en dos aspectos principales: (a) aliento de vida, la vida natural (Mt 2:20) y, (b) El asiento de la personalidad. Pero cuando Jesús dijo: “vida eterna”, se usa el término griego “Zoé” que significa la vida como un principio, vida en el sentido absoluto, vida como la tiene Dios, y de la cual solo se llega a participar creyendo en el Hijo (Jn 3:15, 16).

Honrar, se deriva del gr. “timao”: honrar, valorar, apreciar. Que el Padre de honra a quienes servimos a Cristo, será el más alto privilegio que un humano pueda alcanzar.