Las ramas obtienen su savia del tronco del árbol, si se separan morirán. La alternativa o el intento de la rama de producir fruto aparte de la vid, no da nada, es fracaso total. Así el cristiano, permanece en Cristo día a día (Gá 2.20), disfrutando de la vida de Jesús (la vid verdadera) pues está unido en un espíritu con Él (1 Co 6:17) Desde el momento que una persona recibe y cree en Cristo (Jn 1:12), el Espíritu Santo viene a morar en su corazón (1 Co 9:19) y queda unida con Dios, pues el Espíritu Santo es Dios. El hombre es incapaz de producir vida espiritual por sus propios méritos.