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Testimonio de Juan el Bautista, Jn 1:19-34 (Mt 3:11,12; Mr 1:7,8; Lc 15-17)  

Jn 1:19-20 “Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres? 20 Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo” 

Frecuentemente Juan mencionaba a los judíos para referirse a los líderes religiosos de su tiempo. Estos líderes enviaron una delegación de sacerdotes y levitas que también pertenecían al grupo de los fariseos para interrogar a Juan el Bautista, tal vez por el hecho de que era también un descendiente de sacerdotes (v. 24).

Los sacerdotes fueron descendientes de Aarón, y tenían la responsabilidad de oficiar en el templo con excepción del Lugar Santísimo, a donde entraba solamente el sumo sacerdote. Los levitas, por su parte, asistían a los sacerdotes y desempeñaban otras tareas, tales como guardar el santuario, participar en la música y algunas veces como jueces (1 Cro 15:16-24; 2 Cro 19:8-11; 30:16).

La pregunta que le hicieron a Juan el Bautista fue: “¿Tú, quién eres?; su respuesta confesando que no era el Cristo, no hacía desaparecer su ministerio de profeta. Normalmente, multitudes acudieron a él para escuchar su mensaje y muchos fueron bautizados por él. El revuelo que causó seguramente inquietó a los jerarcas religiosos, los cuales se preguntaron si este hombre era el Mesías prometido. Es posible también que estuvieran temerosos por la notoriedad de Juan que molestó también a los romanos.

Su respuesta fue muy clara y firme: “Yo no soy el Cristo”. El escritor del evangelio puso énfasis especial en la confesión del Bautista, como si quisiera dejar en claro que la actitud del precursor siempre fue de suma humildad. Entonces quedo claro que Juan el Bautista nunca pretendió robarle la gloria a Cristo.