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Jesús se aparece a siete de sus discípulos, Jn 21:1-14.

Jn 21:9-14 “Al descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima de ellas, y pan. Jesús les dijo: Traed de los peces que acabáis de pescar. Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió. Les dijo Jesús: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú, quién eres? sabiendo que era el Señor. Vino, pues, Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado. Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber resucitado de los muertos".

Jesús, como buen pastor, cuida de sus discípulos aun en los detalles; después de una noche cansada e infructuosa, el Maestro dispuso para ellos una escena que complementó su alegría, al bajar de la barca: brasas, un pescado asándose, pan y Él que había provisto para sus almas, ahora lo hacía para sus cuerpos, invitándolos a saciarse. Debió ser un desayuno memorable.

Para Meditar: No sirve de mucho especular sobre la forma en que Jesús obtuvo el fuego, pan y pescado, lo valioso es saber que estaba ahí y que sabía lo que sus discípulos necesitaban. Qué valioso tener un Dios que conoce las necesidades físicas de sus seguidores, pero también emocionales y espirituales.

Por si alguien pensaba que la actitud de Pedro fue de desdén hacia sus compañeros, cuando Jesús les pidió algunos peces de la red, fue Pedro una vez más quien se lanzó a la red para traerla a tierra. Si bien, sus compañeros la arrastraron dentro del agua doscientos codos (Jn 21:8), es el discípulo en crisis, quien obedeció con rapidez a Jesús para arrastrar 153 peces a la tierra. En el mar era fácil arrastrar la red con el agua y la barca como ayuda, pero aquí da la idea de que Pedro solo, jaló toda la red con sus brazos desde la barca hasta la tierra, un recorrido menor pero que necesitó de toda su fuerza. Sin embargo, para Pedro era poco esfuerzo comparado con el deseo de honrar y agradar a su maestro. Sí, es cierto, se sentía culpable todavía, necesitaba arreglar las cosas con el Señor, pero desear verle, correr a Él y estar dispuesto a servir a su más mínima orden, es una actitud que lo encaminó, sin duda, a recuperar la comunión con el Señor.

Juan añade que esta fue la tercera vez, pero claramente acota que es a sus discípulos, aunque es la cuarta, si se cuenta la ocasión cuando Jesús se apareció a María Magdalena afuera del sepulcro (Jn 20:11-18). Por supuesto que fueron más las apariciones de Jesús, pero en su conteo Juan sólo considera las que hizo a un número mayor de discípulos (Lc 24:13-35).