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Jesús y Nicodemo 3:1-21  

Jn 3:2 “Éste vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, sino está Dios con él” 

Es difícil no juzgar a Nicodemo por venir a Jesús de noche, pero es injusto juzgarle. Él pertenecía a la aristocracia, era fariseo, no solo enseñaba el legalismo, también lo practicaba y hacía que otros lo vivieran. Venir a Jesús y ser visto por la sociedad, sería el fin de su carrera religiosa. Pero en lo profundo de su ser tenía una necesidad que la ley no había satisfecho. La ley proporcionaba una vida santa desde la conducta, desde la forma externa, pero no daba la paz con Dios, que es la deseable vida interna (Ro 5:1). Nicodemo se atrevió a hacer lo que probablemente muchos de su mismo estándar social deseaban, “venir a Jesús”.

Rabí: El título significa “Doctor de la ley”. Así inició este hombre su conversación con Jesús, llamándole “Rabí”. A pesar que Nicodemo era maestro y experto en la ley, llegó haciendo interesantes declaraciones y profundas preguntas a Jesús, el sencillo carpintero de Galilea.

“Porque nadie puede hacer estas señales… sino está Dios con él”.
Es una declaración verdadera, pero le faltaba algo. Nicodemo reconoció que Jesús: 1) había venido de Dios; 2) era maestro; 3) hacía señales y 4) que Dios estaba con él. Todo esto era verdad, mas no fue toda la verdad. El propósito de Dios al enviar a Cristo a esta tierra no era para que se le reconociera como Maestro, ni por las señales o milagros que hacía. Estos no eran sus objetivos básicos al ser enviado. La declaración de Nicodemo sirvió para que Cristo pronunciara uno de los más trascendentales principios del cristianismo.