Entre Jesucristo y Juan el Bautista no había competencia. Cada uno trabajaba en lugares diferentes. En cambio, los discípulos de Juan cuestionaron a su maestro sobre la popularidad de Jesús y se dan cuenta que el propio Juan había contribuido a la popularidad de Cristo, al dar testimonio sobre él. “Rabí, mira que el que estaba contigo… de quien tu diste testimonio, bautiza y todos vienen a Él”. Desde el inicio del ministerio del Señor Jesús, multitudes le seguían. ¿Cómo no hacerlo? Enseñaba con autoridad, sanaba a los enfermos, hacía milagros, perdonaba pecados y tenía compasión por la humanidad. Ante esto, el Bautista revela su carácter y responde a sus seguidores: