Estas son palabras sabias. Palabras de uno que se sabe siervo, que está bien ubicado, que reconoce que la alabanza y gloria no le pertenecen. Como dijera el salmista: “no a nosotros oh Dios, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria…” (Salmo 115:1).
Al parecer, estos versículos: 31 al 36, forman una misma sección con los anteriores (22-30) en donde Juan el Bautista apoya completamente el ministerio de Jesús y tan solo se define como “el amigo del esposo”, quien, según la costumbre en Judea, era el responsable de coordinar los detalles de la boda de un cercano amigo. De todas formas las opiniones se dividen; algunos eruditos afirman que son palabras de Juan el Bautista y otros dicen que son de Juan el evangelista.