Es interesante notar como es la misma mujer quien hace mención de la barrera de raza y de género. Judíos y samaritanos, dos pueblos diferentes pero con algunas similitudes. Los samaritanos tenían cierto resentimiento de los judíos. Cuando el pueblo de Dios regresó a Jerusalén después del exilio, lo primero que hizo fue reedificar el templo y entonces los samaritanos ofrecieron su ayuda pero aquellos no la aceptaron. Además, en la cultura judía, mujeres y hombres no hablaban en público a menos que fueran esposos.
La mujer se asombra de la petición del Señor: “dame de beber”. Pero no es en sí la petición lo que le sorprende sino que Jesucristo está rompiendo la barrera cultural y de género.
Una similitud era que ambos tenían el Pentateuco, los primeros 5 libros del A.T., como la ley de Dios. Ambos adoraban a Jehová de los ejércitos.