Selecciona otro comentario:

 

Jesús en la fiesta de los tabernáculos, Juan 7:10-24 

Jn 7:19-24 “¿No os dio Moisés la ley, y ninguno de vosotros cumple la ley? ¿Por qué procuráis matarme? Respondió la multitud y dijo: Demonio tienes; ¿quién procura matarte? Jesús respondió y les dijo: Una obra hice, y todos os maravilláis Por cierto, Moisés os dio la circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres); y en el día de reposo circuncidáis al hombre. Si recibe el hombre la circuncisión en el día de reposo, para que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en el día de reposo sané completamente a un hombre? No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio"

Imposible separar estos versículos en los que Jesús arremete contra los judíos, aprovechando el momento de la fiesta, a la que asistía una multitud; Jesús los enfrenta con argumentos sólidos e irrefutables. Apela a la ley de Moisés como el recurso de los judíos para una vida religiosa, ética y moralmente adecuada; sin embargo, “ninguno de vosotros cumple la ley”. Si a ellos les nacía un hijo, y por cuestiones del tiempo les tocaba circuncidarlo en el día de reposo (Lev. 12:3), es decir, al octavo día, entonces lo hacían sin problema, “para que la ley de Moisés no sea quebrantada”.

Pero tratándose de Jesús, no lo aceptaban, ni siquiera por tratarse de la sanidad de uno de sus compatriotas que estuvo paralítico durante treinta y ocho años. Porque el problema de Jesús fue ese, que había sanado, en el día de reposo, a un hombre que estaba paralítico (Jn. 5:5-9). No sólo no aceptaban el acto milagroso de Jesús durante el día de reposo, sino que, por ello, procuraban matarle, a pesar de haberse maravillado por el milagro.

Es decir, la actitud de los judíos era tan cambiante, tan inconstante que, incluso la multitud de peregrinos que venía a la fiesta se siente aludida por las palabras de Jesús, de modo que lanzan una ofensa hacia él: “Demonio tienes; ¿quién procura matarte?”. Tan fácil como maravillarse para luego procurar su muerte, terminando con una ofensa y una negación de su actitud. Claro, es de suponerse que los peregrinos no estaban enterados, como los residentes de Jerusalén, sobre el plan orquestado por los gobernantes para matar a Jesús. De ahí su respuesta.

Ante tal situación, Jesús apela al juicio justo. Sus palabras en este versículo no necesariamente expresan frustración, pero si cierta tristeza.