Jesús se regocija, 10:21-24  

Lc 10:22 “Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar”.

Vemos a Jesús revelando aquí su naturaleza divina. El Señor es Hijo del Altísimo, y lo que nos ha revelado se lo ha encomendado el mismo Creador; es derecho del Primogénito poseer todo lo que el Padre ha querido otorgar. El conocimiento que se comunican entre ellos escapa a nuestra compresión, tratar de explicar esta relación trinitaria va más allá de la comprensión humana, algo que es de esperarse pues es el Dios insondable. La bendición para el creyente es que el Hijo decide a quien revelar sus grandes secretos. A los hombres, menores que los ángeles, nos toca la gran bendición de recibir los secretos de la belleza de la sabiduría de lo alto.